Me presento
Imagen: ©Sascha Pollach

Leandra Pérez
Luchadora aun sin saber por qué
Defensora de la inteligencia natural
Apasionada del teatro, la literatura y… la cocina
Tuve que ir lejos de mi país para entender quién era y quién soy: Era la chica que se burlaba de los cantaores flamencos y que 10 años más tarde empezó a aprender flamenco en Múnich.
En mi familia, todos teníamos un papel: una hermana era la artista, otra era la del pensamiento analítico, otra, la maestra, yo era la deportista. Sin embargo, me quité esa etiqueta cuando en 1986 vine a Múnich a aprender alemán. Lo que había planificado para un año se prolongó a 38 años ya que decidí estudiar en la capital de Baviera. En la Universidad formé parte de un grupo de teatro que me influyó enormemente. Fue lo mejor que me pasó en la carrera. Peparar una obra era un proyecto común de un grupo de estudiantes, que sacaba lo mejor de cada uno: en los ensayos surgían conversaciones y reflexiones profundas, discusiones apasionadas y, lo más importante, creatividad desbordante. Todo esto fue gracias al trabajo de un docente de la Universidad, Javier González Vilaltella, que nos transmitió su visión del mundo, nos contagió su vitalidad y su compromiso. Del grupo de teatro de hace más de 30 años aún conservo amistades verdaderas.
Después de la Universidad empecé a trabajar en la revista ecos, de Zeit Sprachen, y aquí sigo. El trabajo en ecos es parecido al trabajo en el grupo de teatro: un proyecto común de un equipo de redactores que dan lo mejor de sí mismos para crear una revista en español para personas de lengua alemana que aprenden nuestra lengua.
En Múnich también me olvidé de mi época de atleta en España, o el deporte se olvido de mí: de esa fase sólo conservo una medalla y muchas caídas.
En 2016, después de un duro golpe, me di cuenta de que El Ribeiro, en la provincia de Ourense, en Galicia, es el rincón del planeta donde mejor me siento. Desde entonces paso allí mis vacaciones, observando el mundo desde la periferia para encontrar la esencia de lo que es y de lo que somos.
En la periferia el ritmo se ralentiza, la vida va a cámara lenta. Es bueno para reflexionar, ordenar nuestras ideas y entender nuestro papel en el mundo. Una actitud contemplativa en la vida es algo muy valioso para lo que apenas hay tiempo.
Me interesan mucho la política y los temas sociales. Estoy orgullosa de mi trabajo como redactora. Pensar, buscar y discutir en equipo sobre qué temas pueden interesar a nuestros lectores, es un reto fascinante.
Me gustan mucho los animales, pero no en las ciudades, por eso no tengo el perro que tanto desearía. Me parece que los animales tienen que vivir como tales y no en un piso en la ciudad. Durante las vacaciones, me ocupo de todos los que veo sueltos por el campo.
Soy flexitariana: vegetariana en principio, pero sin renunciar al pescado y a los platos de carne que me gustan, si es de animales que han vivido como animales, y no como mercancía.

El tema del medio ambiente me preocupa enormemente. Veo por el campo basura abandonada por falta de conciencia medio ambiental o de un lugar apropiado para depositarla.
También me preocupa el cambio climático. Olvidamos que el perjudicado no es el clima sino las personas, sobre todo las próximas generaciones, cuyas condiciones de vida están seriamente amenazadas. Lo peor es que ya es demasiado tarde. Y en vista de la actitud de los grandes mandatarios internacionales, no hay mucho lugar para la esperanza.
Finalmente, hoy estoy aquí con mi blog para reflexionar y escribir sobre temas que me ocupan y también me preocupan y que seguro que comparto con muchas personas que visitan este sitio. Estaría genial poder leer vuestros comentarios y vuestra opinión sobre los temas que aparecen en Perez-periferia.com