Un mundo para Lea
La comarca del Ribeiro
Una de las cosas más bonitas que me han sucedido en el trabajo como redactora de la revista ECOS, de Zeit Sprachen, fue un viaje de prensa a la comarca de El Ribeiro, en la provincia de Ourense.
En el viaje pude disfrutar de las aguas termales y de los vinos del Ribeiro, la denominación de origen más antigua de Galicia. La comarca del Ribeiro es una zona de excelentes condiciones para el cultivo de la vid. Su capital es Ribadavia.
Me enamoré de la zona, de los bosques encantados, de sus piedras milenarias, del suave paisaje que forman las viñas, de la judería de Ribadavia, de la tahona de Herminia –jubilada desde hace unos años– y su repostería sefardí.
Sabía que volvería. Y así fue. Vine unos años más tarde. Recorrí la zona, a pie y en coche. Pasé por lugares maravillosos y conocí a gente extraordinaria. Son los gallegos, sobre quienes tantos chistes se cuentan.
Y así hice de esta zona un refugio para huir de la vida cotidiana, de las prisas, del ruido y poder cargar baterías. Desde entonces paso las vacaciones siempre en el Ribeiro, y las vacaciones allí se han convertido en el highlight del año: tomo un vuelo a Madrid que sale de Múnich al mediodía, luego en Madrid tomo un tren y entre 7 y 8 de la tarde estoy tumbada en la terraza de nuestro refugio.
Dos mundos en un solo día.
En Esposende el ritmo es otro, las cosas suceden a cámara lenta: camino más despacio, realizo tareas que no tienen mucha razón de ser, por ejemplo ir a coger agua a la fuente del bosque por las mañanas. No es que la calidad del agua sea mucho mejor que la del suministro general, lo que importa en verdad son los paseos todas las mañanas hasta la fuente: el aire limpio, los colores nítidos de los campos, la humedad del bosque, los animales que me miran curiosos hasta que se acostumbran a mi presencia. Lo percibo como un tipo de meditación, me relaja saber que allí no tengo que producir ni cumplir plazos de entregas. Esposende es desaceleración pura.
Cuando doy la vuelta, puedo ver la finca donde están los burros, Billy y su amigo Poncho. Al verme, rebuznan para llamar mi atención. El rebuzno no es un sonido agradable para el oído, pero pertenece al mundo rural y no falla para hacerse oír.

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